La situación que atraviesa Venezuela es alarmante. La sociedad, ante el inexistente poder adquisitivo derivado de la hiperinflación, ha tenido que idear sistemas alternativos como la economía de bolsillo.
Caracas.- La situación que atraviesa Venezuela es bien conocida por ser indeseable. La pobreza, analizada durante el periodo comprendido entre los años 2005 y 2019, muestra una incidencia que ha pasado de estar en niveles del 34,4% a estar en niveles cercanos al 96,2%. Así mismo, los porcentajes correspondientes a la pobreza extrema, siendo la más preocupante, aumentó sustancialmente durante este periodo. Pasando del 10,7% al 79,3%.
En esta línea, casi el 80% de los venezolanos no cuenta con los recursos para adquirir los productos básicos. La situación que vive la inflación en el país es tal, que se necesita un salario mínimo para comprar un kilo de arroz. En estos momentos, la depreciación del bolívar se ha acentuado hasta el punto de que un salario mínimo en Venezuela ahora equivale a menos de un dólar. Una situación que provoca la huida de miles de ciudadanos cada año por la incapacidad de vivir en un territorio en el que el poder adquisitivo es prácticamente inexistente.
Así pues, si en el año 2018, cuando el país ya vivía en un escenario de inflación galopante, un café con leche costaba 2,50 bolívares, de acuerdo con determinados indicadores como el utilizado en estos momentos, el mismo café a finales del año 2020 ya costaba 1.300.000 bolívares. Y es que la economía con más inflación del mundo suma tres años consecutivos cerrando con índices inflacionarios que superan los cuatros dígitos. De acuerdo con la consultora Eco analítica, el 2020, siendo un año terrorífico para la economía, cerró con una inflación que superaba el 2.500%. Una situación que se ha vuelto insostenible e irreversible.
La economía de bolsillo se ha instaurado en el país, creciendo en tanto en cuanto crece la inflación. Pues ante una clara incapacidad de poder adquirir bienes tan básicos como el arroz, o como el agua, la sociedad venezolana, en un mercado claramente informal, ha comenzado a dividir los bienes en porciones, reduciendo su costo e incrementando este poder adquisitivo anteriormente mencionado.
Para hacernos una idea, la situación en Venezuela es tal, que un kilogramo de carne costaba, y a fecha de 2018, cerca de 9 millones 500.000 bolívares. En el mismo año, un rollo de papel higiénico costaba 2 millones 600.000 bolívares; un kilogramo de arroz costaba, aproximadamente, 2 millones 500.000 bolívares; otros productos como el paquete de pañales alcanzaba los 8 millones. Como decíamos, el poder adquisitivo era prácticamente inexistente y la pobreza debía combatirse con ese ingenio que llevó a esa misma ciudadanía a tener que dividir los productos en porciones o unidades, con el fin de abaratar los costes y tener acceso a esos bienes básicos.
La inflación acumulada de 576,3%, según datos del Observatorio Venezolano de Finanzas, agobia la vida del venezolano común, aunado a una dolarización a la cual no todos tienen acceso. Desde hace siete años la economía del país petrolero ha venido en descenso. Según la firma Eco analítica, 700 dólares necesitaría ganar mensualmente una familia de cuatro integrantes, para tener acceso a alimentos, educación, pago de servicios públicos, entre otros.
El sueldo mínimo en Venezuela es de 10 bolívares, que equivalen a menos de 3 dólares según el cambio oficial, y la mayoría de los salarios de la clase trabajadora no llega a los 100 dólares. Según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA), el salario mínimo en Venezuela alcanza para cubrir menos del 1% de la canasta básica.
Pese a este crítico panorama, la firma Eco analítica habla de una leve mejoría en la economía venezolana, que en 2021 ha registrado la menor contracción de los últimos ocho años. La dolarización y las continuas inyecciones de divisas que hace el Banco Central de Venezuela para estabilizar el precio del dólar ha hecho que en los últimos meses bajara el índice de inflación.
Pero estas leves mejorías en la economía no son perceptibles o no generan un impacto en la mayoría de la población: 94,5% de pobreza registra el país, según las únicas cifras que se conocen, publicadas por la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI). Este mismo estudio señala que la pobreza extrema se ubicó en 76,6% y que solo un 5% de la población ha mejorado sus ingresos.
En el mes de noviembre, Venezuela entró en su cuarto año consecutivo de hiperinflación. Sin embargo, entre las proyecciones económicas para el 2022, la firma Eco analítica prevé un crecimiento, aunque muy limitado, frente a una economía que se ha contraído 80%. Lo describen como una economía que está estancada, pero que al menos deja de caer.
Los expertos sostienen además que la tendencia a la reducción del índice de inflación se mantendrá, e incluso que no alcanzará el 1.000% como se había previsto. Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) también han dado un giro para Venezuela: estiman que el Producto Interno Bruto se contraerá en un 5% este año, algo que podría considerarse positivo, tomando en cuenta que en un principio se calculaba una reducción del 10%.
Actualmente, en Venezuela solo 7,6 millones de personas están ocupadas laboralmente y 2,3 millones tienen subempleos, el resto no logra insertarse ni en el mercado formal ni en el informal. Son miles las familias que intentan sortear una profunda crisis que afecta sus finanzas y que les impide cubrir los gastos básicos para una buena alimentación.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, afirmó el 26 de diciembre que 2021 ha sido el primer año de crecimiento económico para Venezuela desde que Estados Unidos empezó a imponerle sanciones.
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